"Un Madrid impredecible: ¿qué esperar del equipo en su próxima jornada?"
El Real Madrid parece inexorablemente destinado a sufrir esta temporada. Ya ha disputado 30 partidos y, más allá de los resultados, se hace cada vez más evidente que ni por juego ni por carácter tiene lo necesario para ser tan competitivo como solía serlo. En el campo, se presenta como un cúmulo de individualidades que, aunque poseen un gran talento, carecen de un funcionamiento colectivo eficaz. Sus errores tácticos son sorprendentes, pero su capacidad ofensiva es devastadora. A medida que los rivales explotan sus evidentes debilidades defensivas, crece su inclinación a descontrolarse, evidenciando los nervios de un equipo desorientado, descolocado, poco solidario e ineficaz sin el balón. Ayer, el Celta lo tuvo al borde de la derrota, cuando la eliminatoria parecía ya decidida.
Jugar contra este Madrid es muy fácil. Basta con perderle el respeto y apostar por el intercambio de golpes para percutir sobre la mandíbula de cristal del campeón de Europa. Hay noches en que es vapuleado por el contrario (el Barcelona dos veces) si este dispone de delanteros de calidad y otras en que las limitaciones del rival evitan la derrota. Pero este equipo que en verano asustaba con su línea de ataque es de una fragilidad preocupante.
Una de las noticias que invitan al optimismo es que Mbappé cada día se parece más al Mbappé que todo el mundo recuerda, aunque todavía está lejos de su mejor versión. Pero más allá de sus goles (suma 6 en los 10 últimos encuentros), sus conducciones, sus controles, sus arrancadas y su gestualidad en el campo comienza a ser la del futbolista imparable a campo abierto que marcaba diferencias en cualquier zona del campo. Su influencia va en aumento.